domingo, 1 de agosto de 2010

Chema consigue la plata en Barcelona, su tercera medalla en un Europeo



El calor humano pudo con el calor atmosférico. “Esta medalla es tan mía como del público que no ha dejado de animarme y si no es por la gente no hubiera llegado porque al final iba muy justo. Lo que ha sucedido hoy en Barcelona será siempre un recuerdo imborrable para mi”. Chema Martínez estaba tan contento como fundido cuando atravesó la línea de meta en segunda posición, a 2 minutos y 19 segundos del ganador, el suizo Víctor Rothlin (2.15.31), subcampeón de Europa de maratón en Gotemburgo 2006 y bronce en el mundial de Osaka 2007.
La victoria de Rothlin tiene mucho mérito. Hace dos años sufrió una embolia en un vuelo cuando se dirigía a Londres para participar en el maratón. Después fue operado de una grave lesión en el tobillo. Total, dos años sin correr un maratón. Ayer era el día nacional de Suiza (la nación helvética se creó el 1 de agosto de 1291) y Víktor regaló a sus pacíficos conciudadanos un éxito deportivo tan inesperado como merecido.
El atleta de Villaviciosa de Odón gestionó con maestría una carrera táctica pero agotadora y aún tuvo fuerzas para celebrar su medalla de plata dando saltos de alegría, para consolar a su mujer, Nuria, que no podía para de llorar y para dar una simbólica vuelta de honor con la mascota Barni, cuyo motor, un atleta de Rubí llamado Juan Arias, acabó desmayado por la celebración y por el infernal calor (27 grados a la hora de la llegada) bajo su disfraz.
Por detrás de “El Jefe” y corriendo de menos a más, Pablo Villalobos acabó quinto y Rafael Iglesias sexto, apuntalando la victoria de España como mejor equipo continental. Villalobos aprovechó su sensacional debut en una gran competición de maratón para recriminar al seleccionador español de fondo su falta de perspectiva y tacto con el atletismo femenino, al dejar fuera del equipo a Tamara Sanfabio, con cuya participación las españolas quizás habrían podido alcanzar la copa por naciones.
La decisión del comité organizador de estos campeonatos al proponer un circuito urbano de 10 kilómetros para el maratón acabó siendo un gran acierto. Miles de personas jalearon la actuación de los atletas, en especial de los locales, durante todo el recorrido. Una fiesta que prolongó un verano mágico para el deporte español. En particular, Chema Martínez provocó un incendio emocional por las calles de Barcelona por las que discurría el circuito, petadas de aficionados y ciudadanos ilusionados por ver a uno de los suyos entre los mejores, desafiando al calor, arriesgando y sufriendo “como un perro”, según su propia expresión.
Los dos títulos anteriores del madrileño (campeón y subcampeón de Europa de 10.000) le obligaban a dar la cara. Y lo hizo en varias ocasiones “para ver como respondían, para decir aquí estoy yo” comentó con serenidad tras su éxito. “Solo pensaba en el oro e intenté aguantar a Rothlin pero enseguida supe que estaba muy fuerte. Cuando me alcanzó el italiano Pertile me dije soy un espartano, he hecho 240 kilómetros semanales y ahora no voy a ceder, iba tocado, por no decir jodido, pero tenía que aguantar y lo hice gracias a la gente tan generosa que habita esta ciudad. No se como darles las gracias”

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